miércoles, 19 de agosto de 2009

Los límites que nos encierran... y la libertad


He tenido mucho trabajo y muchas cosas encima que explican mi ausencia. Creo que nada lo cuenta mejor que parte de un mail que le mandé a unas amigas de filosofía:

Justo la semana pasada pensaba en que mi vida hoy es completamente distinta a como era hace un año. Estoy en casa distinta, estado civil distinto (o algo así), trabajo distinto; bueno, hasta el cabello me corté. Y soy feliz, inmensamente feliz, aunque hay días que me siento exhausta y me pregunto a qué hora pasó todo esto.


Aquí, con mi "cambio" de estado civil. Creo que lo amo más hoy que hace seis meses cuando nos mudamos juntos.

Ahora quise robarle unos minutos al trabajo (y a mil cosas más urgentes) para escribir sobre esto antes de que lo olvide. Hace un par de semanas tuve muy mal momento con C., mi mejor amiga. Les he hablado de ella. Fue una de las personas que me confrontaron más fuerte en la peor de mis crisis, fue de quienes me obligaron a encontrar en mí una respuesta sobre qué me pasaba.

Y ahora resulta que ella, la amiga que me decía las cosas con una honestidad a toda prueba, se guardó por mucho tiempo sus quejas sobre algo que la molestó. No cuento el hecho porque no viene al caso, simplemente se originó en lo distinto que vemos la vida, en lo diferentes que somos.


Con mi amiga C. (GBG). Nos conocimos cuando yo tenía diez y ella once años. Quizá lo raro no es que tengamos diferencias de vez en cuando, sino que siendo tan distintas seamos amigas. De ella hablo acá y acá. La foto es de hace un año, más o menos.


Cuando por fin hablamos (tras varios correos dolorosos y mucho enojo y frustración por parte de ambas) ella me dijo que quizá yo tenía la razón en algo. Que quizá ahora ella se encierra demasiado en sus esquemas, y que cuando las cosas salen del esquema no sabe cómo responder.

Mi amiga no tiene ningún TCA, aunque sí tiene cierto grado de adicción a las relaciones destructivas. Y su respuesta me hizo preguntarme cuánto de una anorexia o una bulimia no tienen qué ver con esos esquemas absurdos que nos trazamos, con nuestra incapacidad de responder a las cosas como son y no como quisiéramos que fueran.

Supongo que antes era mucho más controladora que ahora. Muchas cosas me hicieron cambiar: la terapia, la experiencia, los años, hacer yoga, la meditación; la vida. Y puedo decir que ahora soy mucho más feliz: trato de fluir en vez de oponer resistencia.

Esto no significa quen o me trace metas, o que haya dejado de ser una persona con una voluntad férrea. Creo más bien que he aprendido a usar el viento a mi favor. Porque la vida es como una embarcación donde el mismo viento nos puede llevar al naufragio o a un buen puerto.


Me encantan las sonrisas de esta foto. Estoy con el hermano de un amigo... ¡al que conocí cuando su cabeza apenas llegaba a alto de mi cintura! Hace nueve años cargaba a sus hermanas (ahora más altas que yo, también) y jugaba con ellos en el jardín. El tiempo pasa. Y pasa bien.


En fin, ojalá todos comprendamos que soltar los esquemas y los límites en que nosotros mismos nos encerramos es la única forma de ser verdaderamente ¡ L I B R E S !

Besos a tod@s. (Espero escribir de nuevo para agradecer un premio de Protesta Muda. Con mi amiga todo se arregló. Creo que la plática que tuvimos quizá la anime a hacer terapia... está por verse.)

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