martes, 17 de noviembre de 2009

La perfección y la felicidad: eso que pasa mientras haces planes

No sabría explicar cómo se fue la angustia, simplemente pasó, aunque aún me toma a ratos, ya me deja respirar la mayor parte del tiempo. A veces pienso que es como el humo: si la dejas acumularse te ahoga, pero si abres una pequeña rendija va escapando poco a poco.

Las cosas no están de maravilla: es incierto que me contraten el próximo semestre en la escuela donde doy clases; con los cambios en los impuestos y la crisis económica hacerla de freelance implica cada vez menos dinero, más burocracia y menos oportunidades (dos revistas donde publicaba cerraron este año).

Pero hay luces que se anuncian. Un amigo me ofrece un trabajo que puede ser interesante, a quince minutos de mi casa y en algo relacionado con lo que adoro: los libros. El negocio que tengo con mi novio promete mejorar, quizá me deje para algo más que gastos extra.

Foto: Jimena Almarza

Con todo, hay días que me ponen una sonrisa en el rostro. Una sonrisa pequeña, que apenas curva los labios, pero que ilumina por dentro comu una velita. Fue mi cumpleaños, y temía que esta pequeña crisis de angustia-depresión echara todo a perder. Pero al mismo tiempo no tenía muchas expectativas. Y justo eso, no esperar nada, hizo que todo fuera perfecto: mi novio cantándome a las seis de la mañana cuando abrimos los ojos abrazados, mi tía llamando desde India con una estática terrible en la línea, un desayuno enormísimo, caminar una hora sola resolviendo pendientes, comida griega con la familia, una clase apacible sobre semiótica, con los ojos de varios alumnos fijos sobre mí, las llamadas, los mensajes, los correos: no podría pedir más. No sé si ha sido mi mejor cumpleaños. Seguro en otros me sentido más frenéticamente alegre, más exitosa, más exaltada. Pero este día lo tuvo todo porque no esperaba nada.

Como mucha gente con anorexia, he pasado mucho tiempo de mi vida obsesionada con la perfección: más que con el cuerpo perfecto, con ser la amiga, la novia, la hermana, la hija perfecta. Con lograr el ensayo, la línea, la clase, el catálogo perfectos. Con hacer momentos perfectos.



No sólo la gente con trastornos alimenticios pasa mucho tiempo esperando cosas que nunca llegarán: los cincuenta kilos, la talla 34, el IMC 17, la cintura de 60. Y digo que nunca llegarán porque cuando finalmente ocurren pasamos de largo por ellos: no eran lo que esperábamos. Y así la vida se nos consume en una espera angustiosa sin fin. No existen el cuerpo, la mujer, la relación o el trabajo perfectos.

O quizá sí, pero sólo podemos verlos si aceptamos las cosas como vienen, si le sacamos jugo al presente como si fuera todo lo que tuviéramos (que lo es). Y al final la perfección es una cosa más natural, más simple que todas nuestras esperas. Algo que pasa mientras estás ocupado haciendo otra cosa. Algo que podemos sentir, aunque sea por instantes.

(Nel.la: tengo un pendiente contigo. Lo saldo a la brevedad, yo te envío antes el escrito, gracias por las fotos)

miércoles, 21 de octubre de 2009

...

Hoy es de esos días que me siento pequeña, diminuta, impotente.

De los días en que miro mis manos y no sé qué hacer con ellas. En que siento que he olvidado lo aprendido, en que no encuentro en mí a la competente, ni a la capaz de escribir textos periodísticamente decentes en segundos. Uno de esos días en que soy incapaz de verme a futuro en unos meses porque siento que en cualquier momento me desplomaré sobre el piso y todo habrá terminado. Hoy es de los días en que temo perder la razón, en que imagino las paredes blancas del corredor con manchas de mi sangre.

Y temo echarlo todo a perder, y quiero salir corriendo, hacer que el mundo pare.

Me sentía así muy a menudo cuando estaba enferma (o más enferma, si es que esto no se cura). Hoy sólo respiro, lo contemplo, trato de no ceder al vértigo, de no caer.

Llevo días sola en casa. Cocino, me siento ante el plato y lucho contra el enemigo interno: las arcadas que me vienen al pasar ciertos bocados, la saciedad que llega tras dos mordiscos. No como para nadie. Como para mí, supongo, porque sé por experiencia que si no lo hago luego es peor, para mí antes que nadie.

¿Esto también es estar mejor?

jueves, 24 de septiembre de 2009

¿Cómo superarlo? Qué decir a alguien con anorexia

De la parte esencial relacionada con admitir la enfermedad y aceptar la terapia he hablado en esta entrada (El camino hacia afuera).

Pero creo que hay otra parte que no he dicho y que responde a la pregunta: ¿Qué le diría yo a alguien que sufriera de anorexia?

Enamórate, vete de viaje, camina hasta donde jamás creíste que tus pies serían capaces de llevarte.


Malflor, tomada del blog encendidaenbuenosaires

Vete de fiesta, conoce nuevas personas, lee, descubre que el mundo es mucho más ancho que las cuatro paredes donde a menudo te encierras.

Gasta toda tu energía, agótate. Levántate de madrugada, mira el amanecer, báñate en un río o nada desnuda cuando nadie mire. Pasa el día entero de un lado a otro, duérmete al amanecer bailando o charlando con alguien como si no fuera a existir mañana, como si ese fuera el último día de tu vida. Al menos una semana del año pasa cada noche bajo un techo distinto, conoce un lugar en el que nunca hayas estado.

Anu Naparstek, Las cosas del caos

Fue viviendo así, al límite como descubrí dos de las cosas más importantes que me llevaron a recuperarme: primero, que la vida puede --y tiene que ser-- algo más que el hecho de no morir y, segundo, que para vivir necesitamos energía, necesitamos comer, dormir.

Y por último, siente, hasta que duela si es necesario. Llora si ves una anciana mendigando, si sientes de repente que el mundo es insportablemente feo, que la vida es un lastre demasiado pesado. Pero conmuévete también hasta las lágrimas cuando veas un par de hongos crecer en una cuarteadura del concreto, al pie de un árbol, tras la lluvia; cuando te cedan el asiento en el metro, cuando un indigente te regale flores.

Entonces aprenderás que puedes ser feliz en la medida que conoces el dolor, puedes sentirte seguro en la medida que has tenido miedo y lo has reconocido; que tu seguridad tiene la medida justa de los agujeros que cavó tu angustia.

Así es como uno vive de verdad. Como uno descubre que la vida y un TCA no se llevan, que la anorexia y la bulimia le roban demasiado espacio a lo otro, lo que importa, y su coexistencia es incompatible a la larga.

jueves, 17 de septiembre de 2009

"¿Ya vas a empezar con tu enfermedad?" Un premio

Parece que fue hace un siglo. Elena de Protesta Muda me dio este premio. Hoy quise subirlo en una carrera, y encontré una frase en su blog que me devolvió a tiempos pasados, digamos, hace unos tres años:

¿YA VAS A EMPEZAR CON TU ENFERMEDAD?

Se lo dijo a ella un chico. A mí me lo dijo también mi chico, como última arma, la más afilada para dar la estocada casi mortal, una noche interminable y tristísima en que no me quise acostar con él. (Interrumpo la memoria para empezar a romper las reglas).



1) Agradecer a quien te dio el premio.

Elena me recordó el hotel, me recordó la ansiedad, el llanto. El querer demostrar a toda costa que no estaba enferma, y por otro, el sentirme aprisionada entre las paredes de mis miedos. Lo bueno es que hay un después de la enfermedad. Y que, siempre, podemos defendernos diciendo que nosotras somos más que nuestra anorexia, más que nuestra bulimia, aunque a veces el trastorno parezca devorarnos por entero.


2) Decir qué pareja, ya sea de libro o película, te gusta más:


Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Fueron reales, lo sé, desmedida y dolorosamente reales. Se amaron, seguro se odiaron más de una vez. Se tuvieron, se dejaron ir. Pelearon, se amaron entre ellos y a otros. Al final, ni las guerras, ni los otros amores, ni los quiebres ni la enfermedad puedieron apartarlos. Sus vidas aparecen cruzadas en sus novelas, sus disertaciones, sus ensayos, sus textos todos. Porque como dice Sartre:
"Al acariciar al otro hago nacer su carne bajo mis dedos. La caricia es el conjunto de ceremonias que encarnan al otro".
El ser y la nada

3) Nombra a tu amor imposible:

No creo en los amores imposibles. Creo que el amor, para serlo, tiene que ser real. Me gustan platónicamente Johnny Depp (más en California Dreams) y Alessandro Baricco. Si hubiera venido a Guadalajara hubiera tenido que besarlo, tocarlo mínimo, por muchas cosas, pero bastaría para justificarme que él escribió Seda

Tempestad, de Franflow

4) Nombra los ganadores


Elena, de Protesta Muda. Porque su protesta podrá ser silenciosa a veces, dicha sólo en imágenes, o en colores, pero al verla no pasa desapercibida. Bello diseño, me encantan sobre todo sus frases breves, su creatividad.

Dhanaev, poeta de la imagen y la letra en busca de sus alas. Una mujer capaz de curar (y curarse) con palabras.

Ana-rexiaCiega: una mirada, honda y bien escrita, al infierno.


La muchacha del callejón
, (aunque no sé si ha bajado su blog) por su sensibilidad, sus desgarres...

Y finalmente, pero muy importante: el blog de Jennifer, ex Miss Plump Venezuela, que conocí gracias a Ysabel. Esta belleza de talla grande nos dice, entre otras cosas:
La belleza de cada mujer va muy por encima de unas curvas poco o muy pronunciadas sino en como sepa responder en cada circunstancia de la vida… Quiero creer que un día no muy lejano, ese concepto y obsesión absurdas de delgadez, que las discriminaciones por el sobre peso y las etiquetas desaparecerán y que este será un mundo con cabida y respeto para todos por igual.
Besos

miércoles, 19 de agosto de 2009

Los límites que nos encierran... y la libertad


He tenido mucho trabajo y muchas cosas encima que explican mi ausencia. Creo que nada lo cuenta mejor que parte de un mail que le mandé a unas amigas de filosofía:

Justo la semana pasada pensaba en que mi vida hoy es completamente distinta a como era hace un año. Estoy en casa distinta, estado civil distinto (o algo así), trabajo distinto; bueno, hasta el cabello me corté. Y soy feliz, inmensamente feliz, aunque hay días que me siento exhausta y me pregunto a qué hora pasó todo esto.


Aquí, con mi "cambio" de estado civil. Creo que lo amo más hoy que hace seis meses cuando nos mudamos juntos.

Ahora quise robarle unos minutos al trabajo (y a mil cosas más urgentes) para escribir sobre esto antes de que lo olvide. Hace un par de semanas tuve muy mal momento con C., mi mejor amiga. Les he hablado de ella. Fue una de las personas que me confrontaron más fuerte en la peor de mis crisis, fue de quienes me obligaron a encontrar en mí una respuesta sobre qué me pasaba.

Y ahora resulta que ella, la amiga que me decía las cosas con una honestidad a toda prueba, se guardó por mucho tiempo sus quejas sobre algo que la molestó. No cuento el hecho porque no viene al caso, simplemente se originó en lo distinto que vemos la vida, en lo diferentes que somos.


Con mi amiga C. (GBG). Nos conocimos cuando yo tenía diez y ella once años. Quizá lo raro no es que tengamos diferencias de vez en cuando, sino que siendo tan distintas seamos amigas. De ella hablo acá y acá. La foto es de hace un año, más o menos.


Cuando por fin hablamos (tras varios correos dolorosos y mucho enojo y frustración por parte de ambas) ella me dijo que quizá yo tenía la razón en algo. Que quizá ahora ella se encierra demasiado en sus esquemas, y que cuando las cosas salen del esquema no sabe cómo responder.

Mi amiga no tiene ningún TCA, aunque sí tiene cierto grado de adicción a las relaciones destructivas. Y su respuesta me hizo preguntarme cuánto de una anorexia o una bulimia no tienen qué ver con esos esquemas absurdos que nos trazamos, con nuestra incapacidad de responder a las cosas como son y no como quisiéramos que fueran.

Supongo que antes era mucho más controladora que ahora. Muchas cosas me hicieron cambiar: la terapia, la experiencia, los años, hacer yoga, la meditación; la vida. Y puedo decir que ahora soy mucho más feliz: trato de fluir en vez de oponer resistencia.

Esto no significa quen o me trace metas, o que haya dejado de ser una persona con una voluntad férrea. Creo más bien que he aprendido a usar el viento a mi favor. Porque la vida es como una embarcación donde el mismo viento nos puede llevar al naufragio o a un buen puerto.


Me encantan las sonrisas de esta foto. Estoy con el hermano de un amigo... ¡al que conocí cuando su cabeza apenas llegaba a alto de mi cintura! Hace nueve años cargaba a sus hermanas (ahora más altas que yo, también) y jugaba con ellos en el jardín. El tiempo pasa. Y pasa bien.


En fin, ojalá todos comprendamos que soltar los esquemas y los límites en que nosotros mismos nos encerramos es la única forma de ser verdaderamente ¡ L I B R E S !

Besos a tod@s. (Espero escribir de nuevo para agradecer un premio de Protesta Muda. Con mi amiga todo se arregló. Creo que la plática que tuvimos quizá la anime a hacer terapia... está por verse.)

jueves, 16 de julio de 2009

Para las que empiezan con Ana y Mía... o para las wannabe

Así como la entrada del infierno dice "Abandonad toda esperanza", la entrada al infierno de los TCA debería tener un subtítulo como "Tú no te estás metiendo en esto. Esto se está metiendo en ti".

Siempre he sostenido que un TCA no se elige. Sin embargo, el fenómeno de las wannabe (o gente que finge los sintomas de la anorexia o la bulimia para llamar la atención) que terminan padeciendo realmente la enfermedad me hace replantearme el problema.



La puerta del infierno, escultura de Auguste Rodin. La iconografía está basada en La Divina Comedia de Dante y en los poemas de Baudelaire de su obra Las flores del Mal

Si estás "eligiendo" esto, aún estás a tiempo de parar. El tratamiento de quien empezó fingiendo suele ser más corto y tiene mayor tasa de éxito. Pero con cada año de enfermedad la posibilidad de recuperación disminuye, y el camino hacia afuera se hace más arduo y también más largo.

Si llevas poco tiempo padeciendo esto, pide ayuda. Domina tu miedo y haz algo. Porque después, a veces no hay después.

Este es un comentario que Nel.la me dejó hace unos meses en otra entrada y que hoy releí buscando algo en el blog. Quise que estuviera más visible. Porque a veces, (quizá) los letreros sirven de algo.


Blogger Nel.la dijo...

10 ó 12 años [con un TCA para que sea crónico]... yo ya sabía que había sobrepasado la barrera: llevo casi 14 años... más de media vida teniendo en cuenta que pronto cumplo 26.
La verdad es que suena desesperanzador, pero a menudo pienso que quizá sea cierto, ya que, aunque he estado épocas un poco mejor (pero nunca "bien"), las recaídas están a la orden del día en mi vida, y no consigo eliminarlas...
Me imagino que vivo sumida en una cronicidad, no mortal (bueno, sí en algunas épocas), pero sí agotadora.

Ahora precisamente siento como si me rompiera en pedacitos.
Ojalá hubiera podido reaccionar antes. Claro que antes estaba demasiado enferma como para reaccionar (y casi desde el principio tuve conciencia de que estaba enferma, pero la ayuda llegó mal y tarde). Ahora no estoy tan enferma como antes, pero sí mucho más atrapada.

Espero que las chicas que te escriben comentarios aquí consigan no llegar a este punto, salir mucho antes, y que todo quede en un mal recuerdo.

Intento dar ánimos, y sin embargo ahora mismo me resulta imposible animarme a mí...

6 de febrero de 2009 14:52

Suprimir

Nel.la: [...] Sé que cada año que sumas (o restas) a tu vida con anorexia hace que el camino hacia afuera sea más largo. Pero el que los médicos digan que la enfermedad se hace crónica pasada un cierto tiempo no indica que tengan la razón. Siempre podemos dar la vuelta a la estadística nena, la esperanza es el más necio de los sentimientos.

miércoles, 8 de julio de 2009

Ser anoréxica o tener anorexia

El dolor no nos sigue, camina adelante.
Antonio Porchia

Para muchas personas la anorexia se convierte en un signo de identidad, en algo que da sentido y guía a su vida cuando nada más parece tenerla. "Soy anoréxica" es una divisa que las vincula a un grupo, que les dice qué hacer y qué no, como actuar, qué esperar.

Foto de Antonin Kratochvil.

Sin embargo, la anorexia es una enfermedad. Contra quienes piensen que es un estilo de vida, es algo que en realidad no se elige: es una bomba mezcla de tu circunstancia, tu carácter y tus genes que un buen día estalla y te jode la vida.

Así como no hay quien se precie de ser canceroso o sidoso, es lo mismo con ser anoréxico. No es algo que uno "sea", sino algo que uno padece. La anorexia es algo que te come literalmente, que te devora, que te consume poco a poco, no sólo físicamente sino en todos los aspectos.

Tener anorexia es tener un pacto con la muerte cuyo fin se puede prolongar más o menos, pero siempre es un coquetear con el abismo o como decía Sylvia Plath: "el streaptease de matarse lentamente".

Summer Interior, Edward Hooper.

De una enfermedad te curas, pero basar tu identidad en ella es cerrarte a la posibilidad de ser algo más que un trastorno. La anorexia misma es un estereotipo: no todas las que la padecemos tenemos que pesar 35 kilos o estar obsesionadas con el espejo y las calorías. Sin embargo, construirnos como entes individuales es más difícil que buscarnos una identidad propia, que atrevernos a ser nosotras. Es como si refugiándonos en un molde huyéramos de nuestros demonios.

Y sin embargo, al final somos más, podemos ser más que la suma de nuestros miedos y nuestras obsesiones. Podemos ser también nuestra voluntad, nuestros sueños, nuestra esperanza.

sábado, 27 de junio de 2009

Dura por fuera, frágil por dentro

Los trastornos de la alimentación vienen con una tremenda inseguridad intrínseca. Tendemos a no sentirnos nunca suficientemente buenas, hermosas o delgadas. A ser demasiado exigentes y magnificar nuestros errores y pasar por alto nuestras virtudes.

Paradójicamente, esta inseguridad a menudo nos hace mostrarnos terriblemente duras o incluso agresivas.

Además, en el caso de las mujeres la belleza suele ser un arma de dos filos: muchas se arreglan para deslumbrar a sus semejantes, más que para sentirse bellas consigo mismas o atraer la atención de los hombres; hay quienes se sienten incómodas ante otras mujeres porque éstas son más bellas.

En la foto estoy con mi hermana en su graduación.

En lo personal, me gusta mirar a las chicas hermosas como si fueran obras de arte. Y cabe aclarar que me parecen tan bellas las gordas de Rubens como Kate Moss.

Sin embargo, como toda persona que ha sufrido un TCA en ocasiones me siento sumamente insegura sobre mi apariencia, lo cual me ha traído no pocos problemas. Uno de los más recientes fue en la graduación de mi hermana (no es mi hermana en realidad, pero como si lo fuera). En cierto momento ella me llamó aparte para decirme que sentía que yo le estaba coqueteando a mi cuñado. La verdad era que yo me sentía terriblemente insegura. Estaba cansada, no conocía a nadie además de ellos dos, llevaba un vestido prestado y me maquillé en el auto. Estaba coqueteando, sí. No directamente con él, ni con ninguna intención, sino sólo porque me sentía un tanto olvidada en la fiesta. Afortunadamente mi hermana y yo tenemos una relación tan honesta que lo hablamos de frente y el asunto quedó zanjado.

El segundo episodio no puedo decir que haya tenido nada en particular que ver conmigo. Fue el cumpleaños de uno de mis mejores amigos. En algún momento su novia me dijo "eres preciosa", seguido por un "sí me daría celos si te veo abrazándolo mucho". Y de ahí siguió un largo y minucioso interrogatorio sobre la relación entre él y yo. Si nos hemos gustado, si alguna vez salimos, por qué nunca anduvimos, si me enamoré de él. Aquí sí conocía a varias personas, no estaba tan especialmente arreglada, pero sí llevaba una blusa ajustada. Traté de comprender a la novia de mi amigo y lo quiero tanto que terminé abrazada con ella, ayudándola a bajar las escaleras para ir al baño en la madrugada cuando ella ya estaba terriblemente borracha.

Acá, con mi amigo. La verdad, sí tuvimos una temporada bastante extraña en nuestra relación. Pero hoy puedo decir que si cuando lo conocí en un autobús destartalado leyendo un libro de Cortázar me hubieran dicho que iba a terminar guiando de la mano a su novia borracha igual recorrería todo el camino.


El mundo actual sobreestima la belleza femenina y si basamos sobre ella nuestra confianza y autoestima corremos el peligro de que, con el paso del tiempo y sus estragos, los cimientos de nuestra identidad se desvanezcan. Basar una vida, una personalidad o un modo de ser en el hecho de ser bella equivale a construir un palacio sobre arenas movedizas.

Por otro lado, nuestra inseguridad también puede hacer que construyamos murallas de altanería o coquetería que más de una vez nos traigan malos entendidos. Supongo que la mejor política para enfrentar estas cosas es la honestidad. Y recordar, una vez más, que la belleza es una cosa de actitud.

martes, 16 de junio de 2009

Anorexia versus sexo (y amor)

Hace tiempo que quiero escribir esta entrada.

Algo que me ha sorprendido leyendo páginas de otras chicas con anorexia es lo mucho que se preocupan por su relación con sus novios o con los muchachos que les gustan. Sin embargo la anorexia se opone radicalmente a una relación, y no sólo porque la anorexia te aísla al crear un muro de mentiras a tu alrededor, o porque sea difícil estar con alguien a quien le mientes todo el tiempo, sino también por cuestiones físicas.

Las imágenes de esta entrada son de una ilustradora canadiense.
Ghosts, Sarah Joncas.

La anorexia disminuye la libido. Lo aprendí de la forma dura cuando tenía unos dieciocho años y de pronto empecé a notar cuando estaba con mi novio que nunca tenía ganas de caricias ni de estar en la cama con él. Ambos empezamos a preocuparnos: él no sabía que pasaba y no quería hacerlo sentir mal. Decidí sincerarme con mi mejor amigo y él me hizo una pregunta directa y certerísima: "¿Estás comiendo bien?". Ante mi "hmmm" él me respondió que si no comía simplemente no podía tener ganas de nada.

Años más tarde, con el chico con el que vivo actualmente, tuve un periodo en el que me era casi imposible llegar al orgasmo. Otra vez el fantasma de la anorexia se cernía sobre mí. Para ambos fue un periodo frustrante porque no sabíamos qué hacer y cada vez nos íbamos distanciando más, enojados uno con el otro y con nosotros mismos.

Además de eso está el hecho de que el ayuno suele provocar mal aliento, dolores de cabeza y cambios bruscos de ánimo que incluyen enojos repentinos y violentos. Todo eso dificulta una relación de pareja y es un obstáculo para tener relaciones sexuales.

These little things, Sarah Joncas.

Está también el asunto de que a veces podemos estar tan preocupadas por cómo nos vemos en la cama que dejemos de disfrutar del sexo. Eso es totalmente un error, porque tanto nerviosismo nos impide disfrutar físicamente, además de que nos puede hacer adoptar posturas o actitudes extrañas que desconcierten a nuestra pareja.

Resumiendo: la anorexia se lleva mucho de quién eres, de tu capacidad para relacionarte con los demás, de amarte y de dejar que te amen.

viernes, 29 de mayo de 2009

¿Qué es belleza? Realidad de la belleza

Hay un canon estético que consagra el arte y un canon que es el de la belleza real de la época. Quizá hay tiempos en que estos son menos distantes: seguro no todas las mujeres del tiempo de Goya se veían como la Maja, pero sí había mucho menos diferencia corporal entre ellas y la modelo del pintor.


El canon estético de nuestro tiempo está definido por otros parámetros que no son la pintura llamada "realista": figuras de cómic o anime y, por supuesto, fotografía de modas. La fotografía de modas lleva, invariablemente, un largo proceso de edición digital. Eso sin contar el trabajo de iluminación y maquillaje que se hace antes de las tomas, porque, por supuesto, la fotografía es un arte. Programas como Modelo por un día del canal Discovery Home and & Health nos muestran que una mujer de apariencia sumamente cotidiana puede transformarse en un ícono de glamour en poco tiempo. Entonces, resulta que el canon más "artístico" de la belleza femenina en nuestra época es también sumamente irreal.

Encontré una encuesta interesante, que da una buena idea del canon de la belleza "real" en nuestra época.

Redacción
El Universal
Miércoles 12 de noviembre de 2008
estilos@eluniversal.com.mx

Aunque en la actualidad existen decenas de productos para el arreglo de las mujeres, los hombres las prefieren más naturales, según la encuesta de la revista Cuore, realizada en España, que también indica que 81% de los varones prefiere chicas con cara bonita antes que un cuerpo escultural.


La encuesta, que retoma el sitio 20minutos.es, revela el gusto de los hombres por las mujeres sin maquillaje, de melena larga y vestidas de una forma más natural, es contrario al interés que muestran las chicas por teñirse y cortarse constantemente el cabello.

Tampoco les agradan los piercings y el exceso de músculo de las que aman vivir prácticamente en el gimnasio; antes prefieren chicas con un poco de vientre e, incluso, con un poco de celulitis.

Aquí otros de los puntos más destacados de la encuesta:

Los encuestados insisten en que no les importa si ellas los superan en altura.

Admiten que les agradan los traseros de gran tamaño y el busto proporcionado al resto de su cuerpo.

Prefieren la feminidad a los músculos.

Nada de exageraciones en el arreglo; de hecho les gustan mujeres sin adornos, ni peinados exagerados, ni joyas, ni grandes capas de maquillaje.

Consideran que son más sexys las mujeres que usan tacones y no les parece fundamental que la mujer esté perfectamente depilada al momento de un encuentro sexual.

Les disgustan las uñas exageradamente largas y las medias de red, pues las consideran vulgares

El 80% dijo ser exigente con la lencería.



Una vez más, la belleza es perspectiva. O, como dicen un dicho oriental, no radica en quien la posee, sino en quien la mira.

En este caso, elegí imágenes de una fotógrafa mexicana para ilustrar. Son parte de la serie Bella de día, de Elivet García. Disculpen de antemano si hieren alguna sensibilidad. La serie en sí es mucho más fuerte, pero creo que estas tomas parten de la misma idea que aquí expreso: el canon de belleza al que se espera nos sometamos como mujeres es no sólo absurdo, sino en ocasiones brutal.


jueves, 14 de mayo de 2009

Mirarnos con los ojos de otro

A veces hay que darnos la oportunidad de mirarnos como nos ven los otros. Le di ese regalo a una amiga en Navidad. Ella se sentía con sobrepeso, desvelada y con la piel hecha un desastre. Pero creo que pude fotografiarla como la hermosa mujer que yo percibo.

Aquí, la foto de mi amiga.

En el caso muy particular de la anorexia, creo que es un paso crucial. Como he dicho, nunca me ví gorda, simplemente dejé de verme. Y sobre ser bonita, podría resumir mi actitud al respecto en una frase "soy más lista que bonita". Demostrar eso era todo lo que me interesaba. Me era indistinto si me calificaban de guapa o no, en mi opinión lo mejor de mí va entre mis sienes.

Sin embargo, hubo una época de mi vida en que, por una u otra razón, posé para amigos fotógrafos, en muchos casos desnuda. Mirarme a través de sus ojos me hizo verme hermosa quizá por primera vez en mi vida. Debo decir que eso no estuvo directamente relacionado con mi recuperación de la anorexia, ya que mi problema no era la imagen corporal, pero sí me subió la autoestima un montón.

Acá, uno de mis desnudos. La foto me la hizo un ex novio.

Hagan la prueba. Es cierto que no nos miramos como los demás nos ven, y quizá más cierto aún el probervio de que la belleza radica en los ojos de quien la contempla.

domingo, 12 de abril de 2009

¿Qué se siente tener anorexia? ¿Qué pasa por la cabeza de alguien con anorexia?

Esta es quizá una de las preguntas que más a menudo se hace la gente que no sabe de este trastorno, o incluso quienes tienen a un familiar, amigo o pareja sufriéndolo. Me ha costado mucho trabajo responder. Creo que, básicamente, la anorexia es sobre control. Te sientes superior porque no necesitas alimento, te enorgulleces de tu fuerza de voluntad, de desafiar a la biología porque "vives" de aire.

Mi chico es adicto en recuperación. Para él es muy fácil definir a qué te haces adicto con las drogas: por un lado a la huida, y por otro a la sensación de bienestar inmediata. En el caso de la anorexia no es tan sencillo. Dejar de comer no produce ningún bienestar instantáneo, más bien hace que las endorfinas desciendan a niveles peligrosos. Sin embargo, sí te anestesia. Te hace menos consciente del dolor que te embarga. También te permite desviar la atención de algo que crees que no puedes resolver a algo que que está al alcance de tu mano: tu cuerpo.

Supongo que la anorexia te hace adicto al deseo de perder peso, de sentirte frágil, de ver que cada vez tu ropa te queda más grande, de notar cómo los huesos se marcan sobre tu piel. Te haces adicto a controlar lo que comes, a la ilusión de creer que también controlas tus emociones, a la sensación de seguridad que se adueña de ti cada vez que saltas una comida. Te haces adicto a la disciplina, a rebasar los límites, a darlo todo. Quizá por eso es una adicción tan difícil de superar.

Tampoco creo que sea como con lo alcohólicos que jamás pueden volver a beber. A diferencia de ellos, quienes hemos padecido un TCA debemos lidiar diariamente con la comida. Y claro, también hay alcohólicos que se permiten beber de vez en cuando. El punto peligroso es cuando empezar a ayunar te sume en el conocido vértigo de querer más, de recordar cuán poco llegaste a pesar y desearlo de nuevo. Entonces es momento de parar.

Por ahora sigo caminando por el filo del abismo sin caer, y hasta podría decir que lo he llevado bien con la comida. Estoy temporalmente sin trabajo, lo cual también me hizo reconsiderar la posibilidad de volver a terapia desde el ángulo económico: es inviable por el momento.
Y sigo aquí, siendo yo, luchando. Besos.

domingo, 8 de marzo de 2009

Dos premios. Reconocer cuando uno resbala...

Luego de una breve ausencia, he retomado el blog. No quise escribir durante unas semanas porque estaba pasando por un momento difícil: problemas en el trabajo, gripa durante un mes, baja de defensas, mudanza y un largo etcétera.
Ahora estoy increíblemente feliz, ya instalada con mi chico y con lo del trabajo solucionado. Sin embargo, el bajón me hizo plantearme la posibilidad de regresar a terapia. Como mi caso es crónico, aunque terminé la terapia desde septiembre de 2008, he seguido yendo a controles periódicos con la nutrióloga cada mes o mes y medio. Mi próxima cita es el martes y creo que en ella hablaré de la posibilidad de volver a terapia, dependiendo de cómo me vea la nutrióloga.
No es que me sienta mal en este instante. No es que esté como estaba en 2006 cuando inicié el tratamiento. Es simplemente que he tenido tiempos difíciles, y quizá debo admitir que necesito un poco de ayuda extra.
Por todo esto, me han animado dos regalos que he recibido. Son dos premios, ambos con nombre en portugués. Los dos me emocionan mucho, porque vienen de gente muy sensible, y también porque el portugués es nuestra lengua hermana y me parece increíble que premios brasileiros o portugueses lleguen a blogs latinoamericanos o hispánicos.
Uno es de Nel.la, cuyo blog Unicornios Plateados nos muestra la inmensa veta artística de esta chica. Acá nos comparte poemas y también estupendos dibujos que muestran su inmensa valentía y tesón para luchar contra un trastorno de la alimentación en estado crónico.



Y el otro me lo concedió Iron Princs, cuyo blog Princesa de Hierro es intenso, visualmente fuerte, pero también con toques de romaticismo.

Gracias a ambas, ya que este tipo de detalles me animan a seguir adelante, no sólo con el blog, sino también con la batalla.

jueves, 5 de marzo de 2009

Relaciones... ¿destructivas?

Hace tiempo escribí una entrada (El amor y sus prosaicas realidades) que incluía una carta a mi chico. Ahora es mi primera semana viviendo con él, lo cual me tiene oscilando entre la felicidad y repentinos ataques de miedo. Supongo que lo peor ya pasó. A lo largo de los últimos meses, las dudas quedaron atrás luego de interrogatorios exhaustivos de mis mejores amigos pero sobre todo tras comprobar que E. está conmigo en las buenas como en las peores, siempre dispuesto a resolver el conflicto y hablar.
E., mi chico es adicto en recuperación. Eso hace que nos entendamos muy bien en el tamaño e intensidad de nuestros miedos y retos, pero también nos hace chocar dolorosamente. Para él nunca es suficiente, siempre quiere más; para mí, nunca soy suficiente. Espada afilada en ambos lados, difícil de sostener sin cortarse.

Archeological reminiscence of Millet's angelus, de Salvador Dalí, 1935


La única forma que hemos encontrado seguir juntos es teniendo cada uno bien claros sus peligros y reconocer los del otro o incluso dar el aviso en caso de riesgo, pero sin involucrarse. Un equilibrio difícil, más parecido a caminar por el filo de la navaja que al "y vivieron felices por siempre". Pero así lo elegimos, así lo queremos. Otros personajes hacen otro tipo de historias.
Quizá vivir juntos sea constantemente peligroso, pero vivir es así. Todos vamos a morir y eso puede ocurrir en cualquier momento, sólo que ahora ninguno de los dos lo buscamos directamente.
Supongo que convivir con él también ha sido parte importante de trazar mis límites, de lidiar con mis deseos de dar gusto a todos en todo. Y desde luego, esta relación también me ha hecho ver que quienes nos aman lo hacen no a pesar de nuestros defectos, sino con ellos, porque al final somos un todo.

La imagen es un cuadro de Vincent van Gogh, otro de mis pintores favoritos.
El cuadro me parece de una felicidad alucinante, casi delirante.
Porque quizá los locos tenemos una felicidad así de grande.



En fin, deséenme suerte en la aventura.

lunes, 16 de febrero de 2009

El camino hacia afuera

Sé que no hay pasos para esto, pero sí hay escalones a subir. Aunque su pendiente y su número son distintos según el caso, creo que en general esto describe en rasgos generales la escalera. Espero les sirva.

Recuperarte es quizá lo más difícil que vas a enfrentar en tu existencia. Asegúrate de que es lo que en verdad quieres y de que darás la batalla para tener algo más que una vida a medias.

1. Debes reconocer que padeces un trastorno de la alimentación. Aparentemente esto es fácil, pero en realidad puede llevarte mucho tiempo porque a veces nos engañamos diciéndonos que podemos dejarlo cuando queramos, o que es una elección cuando en realidad es una enfermedad.


La habitación de hotel, Edward Hooper

2. Querer recuperarte. Esta decisión la tienes que tomar por ti, porque son TU vida, TU salud, TU futuro, los que están en juego. Si no estás segura, no lo hagas por nadie más. Te encerrarás sólo en un espejismo, gastarás energía inútilmente y tarde o temprano llegará la recaída.

3. Si llevas mucho tiempo enferma, probablemente no tienes ni idea de por dónde empezar. Trata primero de ordenar tus ideas para poder explicarle la historia a los profesionales que te ayudarán en la recuperación.

4. Decidir cuáles son tus principales objetivos a alcanzar con la recuperación. Después, debes elegir qué tipo de terapia quieres seguir y cuál es el profesional que más te conviene. Existen muchas opciones, incluso terapias alternativas. Lo más común es contar con un psicólogo, un psiquiatra y un nutriólogo, pero todo depende del caso. Sólo recuerda que sin una buena alimentación es imposible tratar emocionalmente a alguien y que sin ayuda psicológica hacerte comer es un esfuerzo vano condenado a la recaída.

Para muchos no es tan terrible la enfermedad como el hecho de comer otra vez para recuperarte... simplemente no estás acostumbrada. Por eso la ayuda profesional sirve, para dejar que alguien más se ocupe por ti de la comida.

Mujer saliendo del psicoanalista, Remedios Varo

5. De esto sólo tú puedes salir, pero no tú sola. Una vez que has admitido el problema ante ti misma, habla con alguien más. Tus padres, tus amigos o tu pareja estarán para comprenderte y para animarte en los momentos difíciles.

6. No te rindas. Recuperarse es un proceso que lleva tiempo y esfuerzo. Quizá habrá días en que te sentirás tremendamente mal o en que todos tus empeños parecerán inútiles. Recuerda constantemente lo que has avanzado y piensa que lo que recuperas cuando te recuperas no es otra cosa que a ti misma.

Así como se pierde la costumbre de comer, quizá lo más duro es que tampoco estamos acostumbradas a la felicidad, por eso corremos peligro de destruirnos una y otra vez. Pero la felicidad, como todo en la vida, puede aprenderse y practicarse.

jueves, 5 de febrero de 2009

¿Por qué dejarlo? O lo que la anorexia se llevó

Para Lau, por su comentario
que me tocó muchísimo.





¿Por qué dejarlo? O más bien, ¿cuándo dejarlo? Son respuestas que cada quien responde a su modo y a su tiempo, pero una cosa es cierta: entre más tiempo pases con el trastorno, más difícil será distinguir dónde terminas tú y dónde empieza la enfermedad. Te fundirás con ella hasta ser una. Muchos dicen que la frontera son los diez o doce años; cuando llevas más tiempo viviendo con esta enfermedad has cruzado la línea y eres una con la anorexia. Dicen que entonces ya no hay marcha atrás, que lo que queda es simplemente sobrevivir.

En mi caso tuve anorexia por ocho años, y me arrepiento de no haberme atendido antes por todos los días que pasé sintiéndome insuficiente, por el esfuerzo extenuante de "perfecta" en lugar de ser feliz. Por el tiempo que pasé escondiéndome en lugar de descubriéndome.


La foto es de Elivet García, de la serie Catarsis.

Porque la anorexia se llevó mucho de mis ilusiones, de mi inocencia. Mis ganas de vivir, mi sonrisa. Mis charlas interminables. Me quitó amigos, fiestas, viajes. Me quitó tiempo, sueños, sonrisas, recuerdos. Porque es una forma de gastar demasiada energía en no tenerla.

martes, 27 de enero de 2009

La visión de un familiar. Vero, la cara tras verdadanaymia

Aunque la he retrasado por exceso de trabajo, esta entrada es muy importante para mí. Por un lado, es la visión de un familiar sobre lo que se siente tener a alguien que amas muriendo por un TCA. Y por otro lado, porque algunas personas eligen convertir ese dolor y ese miedo en una lucha. Verónica es uruguaya, tiene 24 años y trabaja como analista programador. Con su alias skyline mantiene la página verdadanaymia, donde habla sobre temas relacionados con la imagen física y los trastornos de la alimentación para cambiar estereotipos.

Detrás del gran trabajo que Vero realiza está la impotencia y las preguntas, a veces sin respuesta, que desencadenan haber tenido un familiar con anorexia: su primo paterno. El siguiente es un texto suyo donde cuenta su experiencia con el padecimiento de su primo.


El verano que lo cambió todo
En la foto, los primos menores de Vero.
Vivo en una ciudad rodeada de playas, y todos los veranos venían a pasar sus vacaciones con nosotros mis primos de Argentina. Esto pasó a principios de los noventa, y aunque yo tenía sólo cinco o seis años aún tengo todo muy fresco y muy vivo en mi mente.
Pasábamos las tardes como niños: bajo los árboles a la hora de la siesta, riendo y tirando bombas de agua. Pero aquel año mi primo, seis años mayor que yo, no podía jugar con nosotros como antes; se cansaba, si subíamos al árbol debíamos ayudarlo, si corríamos con bombas de agua el siempre quedaba atrás.
Guardo muchas imágenes de aquel verano. Recuerdo que mis primos se quedaban en la casa de mi abuela que estaba justo enfrente de la mía, y a veces mi madre conversaba con mi abuela sobre lo flaco que mi primo estaba.
Una tarde íbamos para la playa y debimos parar unas cuantas veces porque él se cansaba y no podía seguirnos el ritmo, también escupía su saliva a cada rato, gesto que yo veía tan divertido en ese momento que me hacía reír mucho e incluso lo imitaba. Luego entendí que él escupía la saliva porque se negaba a tragarla, en un último acto de evitar que algo entrara en su estómago. Recuerdo una foto que nos tomamos en la playa: yo, a mis cinco o seis años, me veía mucho más gordita que él, con todo que siempre fui muy delgada.
Su situación era muy mala y él seguía empeorando, sus padres lo llevaron a varios médicos, pero en las revisiones de rutina no encontraron nada fuera de lo normal además de la desnutrición. La única recomendación fue que le dieran más de comer. Visitaron a varios médicos que diagnosticaron cosas distintas, desde un berrinche hasta gastritis.


Un caso ‘raro’


La imagen es de Dorothe Lange, Ghost Child (living in Oklahoma City shacktown), de 1936.



Entonces las cosas eran diferentes: en mi ciudad apenas recibíamos la señal de tres canales televisivos, Internet no había y la información respecto a los trastornos alimenticios no estaba muy difundida. Un día en un programa famoso, el de Susana Giménez, dieron información sobre la bulimia y la anorexia. Su madre anotó los números de una clínica privada que ahora es bastante famosa y al día siguiente lo llevaron allí.
Luego vino lo peor: la internación permanente, el haberse transformado en un caso raro por ser tan joven y varón, el delicado estado de su salud porque había perdido mucho pero mucho peso.
Yo dejé de verlo, simplemente porque él no podía cortar el tratamiento. Supe de él sólo por las noticias de mi abuela: que le daban calmantes para que durmiera e hiciera la digestión sin que se purgara, que tenía moretones en los brazos porque debían apretarlo para que comiera, que lloraba mucho y rogaba que lo sacaran.
Esas frases se me fueron marcando a fuego, con tan corta edad no entendía el por qué estaba tan mal, ni qué iba a suceder. En otra visita de la abuela supe que habían quitados los espejos y la balanza de la casa, porque ahora le permitían ir los fines de semana y no podía verse ni pesarse para no interrumpir el tratamiento.
Escuché miles de veces las palabras recaída, llanto, preocupación, dolor… de la falta de dinero para costear los gastos del hospital… Escuché, escuché y escuché sin hacer mucho, porque era una niña.
Actualmente mi primo está dado de alta, ha superado sus problemas con la comida, y aunque el proceso fue bastante largo, hoy es una persona muy diferente de lo que fue en aquellos años. Es muy muy alto y grande, parece la antítesis de aquel débil muchacho que recuerdo, trabaja con su padre en un taller mecánico y tiene una vida normal.
A veces es difícil pensar que él, así como lo vemos ahora, pasó por todo eso.


La visión de un familiar

La enfermedad de mi primo me produjo muchos sentimientos, entre ellos el miedo; miedo a lo que fuera a sucederle, miedo a tener lo mismo, ya que todos se cuestionaban mi peso, y aunque yo comía bien había quienes ponían en duda si era normal o no lo que me sucedía. Se desató algo así como una paranoia familiar respecto al peso.
Logré ponerme en su lugar luego de muchos años, cuando llegué a la adolescencia y me hice siendo consciente de cosas que no se perciben cuando uno es un niño: pude ver lo fuerte que eran las presiones de nuestros pares y de la sociedad en su conjunto, pero también de la familia, que en su afán de llevar una vida de trabajo y éxitos económicos suelen exigir que los niños actúen como adultos, que asuman responsabilidades, hábitos y conductas que no son propias de su edad.
Aunque no pude ayudar realmente en su recuperación, no fue porque no quisiera, sino porque no vivía en su mismo país y por mi edad. Tal vez ese sea uno de los motivos de mi blog, poder ayudar en algún sentido a alguien.
Pienso que como familiar es importante acompañar al enfermo, pero sin entrar el círculo paranoico que es bueno ni para el enfermo ni para su entorno.
Haber tenido a alguien cercano padeciendo un TCA me hizo ver que es una enfermedad muy solitaria. Mi primo pasó muchas fechas importantes solo en la clínica, tenía pocos amigos y la enfermedad no sólo le cortó parte de su niñez y preadolescencia, sino que lo acompañó casi hasta su adultez porque recuperarse es un proceso lento y largo.


Verdadanaymia, el blog

En la foto, Vero.



Mi blog nació como consecuencia de una suma de acontecimientos: el año pasado en mi trabajo, realizando una búsqueda, me topé con una página de las que llaman pro ana donde se hacían las llamadas “carreras de kilos”, y eso me hizo tener un quiebre interior. Fue un shock, me invadieron la furia e incomprensión de volver retrospectivamente a mi niñez, de recordar esas piernas finas, esa carita demacrada, de ver desmayos, de sentir ese mismo miedo otra vez…
Así abrí mi blog, con muchas dudas, con miedos también, con todos mis prejuicios a cuesta, pero sobre todo con toda mi ignorancia y con ganas de cambiar algo, aunque no sabía muy bien qué. Sí, con todos esos elementos abrí mi blog, y fue a través de él que pude interactuar con otras personas que tuvieron o tienen algún TCA y empezar de algún modo a entender la situación, o al menos eso intento.




Texto y fotos: cortesía de Verónica Medina

miércoles, 14 de enero de 2009

El espejismo de la eterna juventud. Año viejo, año nuevo

Por fin, mi primera entrada de 2009. La verdad, quise escribirles antes de las fiestas, pero tuve semanas difíciles: cantidades sobrehumanas de trabajo (así es siempre diciembre para mí), sumadas a un viaje a la playa (a lo menos conocido de la Riviera maya, para ser exactos). Y el inicio de año me tomó baja de peso, cansada y hasta con los niveles de hierro bajos de nuevo. Ya estoy tomando un suplemento, y la nutrióloga me dijo que mientras haga ejercicio recuperaré masa muscular, pero que aún estoy dentro del rango saludable de peso. En fin. Acá estoy, contenta y dándole.

Hace unos meses,viendo la televisión por la noche, di con u programa sobre la vida de una top model sumamente delgada, blanca y pelirroja. (Por fin la encontré: se llama Camille Melrvin Leroy. En esta página hay algunas fotos y datos sobre ella).Esta chica, que apenas estaba por rebasar los 18 años hablaba de dejar su carrera de modelaje para ir a la universidad.

La chica en la foto es Camille. Inició su carrera de modelaje muy joven, cerca de los 14 años.

Un comentario del locutor me impactó: que muchas mujeres no saben que a menudo las modelos son sólo adolecentes o chicas prepúberes cuya talla una mujer plenamente desarollada jamás podrá alcanzar.

Quise iniciar el año también con este cuadro de Dalí: Ballerina in deaht's head, 1939. Dalí es de mis pintores favoritos (para los que no lo habían notado) y esta imagen es asombrosa: una ilusión óptica que funde belleza y muerte. Simbólicamente, creo que dice mucho del estándar de belleza contemporáneo.


Es evidente que nuestra cultura está obsesionada con la juventud: así lo evidencian las cremas antiarrugas o el reciente boom de los ejercicios "rejuvenecedores". Todo esto me parece lamentable, porque desde mi perspectiva, si disfrutamos realmente la vida a cada instante no tenemos porque temer el envejecer. Envejecer es un proceso natural que está en marcha desde que nacemos, y sería terrible que una persona de cincuenta siguiera siendo exactamente igual que como fue a los diecisiete. Quizá, físicamente hablando, lograrlo sería el sueño de muchos, pero no existe la maduración selectiva: aprendemos, adquirimos experiencia y nuestras células mueren, nuestro organismo se hace mayor. Y creo que eso debe de tener un reflejo e nuestro aspecto. No digo con esto que comer saludablemente esté mal, o que ejercitarse sea una vanidad inútil. Al contrario, muchas culturas que se caracterizan por la longevidad alcanzada por sus ancianos (como la china o la mediterránea) han logrado tal desarrollo por sus hábitos de alimentación y su estilo de vida al aire libre y con largas caminatas.

Aunque por el estilo no sea evidente, este cuadro es también de Salvador Dalí. Se ha fechado como cercano a 1923 y me gusta por su luminosidad riente. Belleza natural, sería mi subtítulo.

Lo que critico, una vez más, es el estereotipo irreal que predomina en nuestra sociedad occidental: que es más bella una chica de quince que una mujer de cuarenta. Definitivamente no es así; una de quince es más joven, y una de cuarenta más interesante, sólo eso. Ambas pueden ser sumamente hermosas.
Espero que esta reflexión también ayude a replantear algo común entre quienes sufren un TCA: el miedo a crecer, que final es también miedo al envejecimiento. Feliz año. Un año más a nuestras vidas.

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