miércoles, 26 de septiembre de 2007

Carta a mi padre

Si para ser totalmente adultos hay que, como dice Freud, matar al padre, al menos en eso ya voy de gane.

Pero estar sin ti es casi como tener una pierna o un brazo de menos. Duele y sabes que falta, miras donde debería estar y no hay nada.

¿Por qué de entre todos los trabajos del mundo elegiste ese? ¿Sabías lo que podía pasar? ¿Te imaginabas que nos ibas a dejar, la falta que le ibas a hacer a mi hermano, a mi mamá, a mí? ¿La falta que de por sí nos hacías?

Nunca te tuve. Me hiciste falta para sentirme segura, protegida, querida, aceptada. Nunca supe si te sentiste orgulloso de mí.

Y sin embargo, de alguna manera te encuentro en mí a cada rato. En mi fuerza, en mi carácter; pero también en mis defectos, en mis obsesiones, en la terquedad, lo inflexible, lo perfeccionista, lo dura, lo cruel.

Pintura: Rafael Gaytán


Me duele que faltes porque eres irrecuperable, porque nada puedo yo -o puede nadie- para remediar tu pérdida. Porque es saberme perpetuamente incompleta, toparme con todo lo que me falta y siempre me va a faltar. A veces la ausencia es insoportable para mí que me he pasado la vida tratando de concentrarme en lo que sí tengo, en lo que puedo hacer, en esforzarme, en hacer siempre más. Ahora resulta que nada de eso llena el vacío: faltas y faltas para siempre.

Luego lo peor: que tampoco tengo recuerdos idílicos de ti a que aferrarme. Que sí, me ha hecho falta mi papá muchas veces, pero me hiciste falta y me haces falta no sólo porque hayas muerto, sino desde antes.

Hay veces que me gustaría que te hubieras tomado el tempo de hablar conmigo, de conocerme, de dejar que te conociera. Porque más que una presencia, a menudo vienes a ser el hueco donde caben todas mis ausencias, la mano o la pierna que no tengo. A veces eres mi justificante para tener miedo. Y quizá detrás del 'no es suficiente' que me acosa, en el fondo hay un eco de tu voz, de tu mirada.

Mi consuelo es que a todos nos falta algo. Es lo que nos hace imprefectos y susceptibles de ser amados.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA

Lilith me alegra mucho q no estes teniendo problemas con la norexia y q en diferencia a mi te este yendo muy bien...sigue asi q personas como tu dan ánimo para seguir adelande espero q no tengas futuros problemas y cuando puedas me das un consejito para llevarme bien con la comida.

BESOS

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

La ausencia de referentes -ya porque se tuvieron y no están más, ya porque nunca estuvieron- llaga. En mi catálogo personal, ese referente es el único al que no me puedo sobreponer.
Y a pesar de que me debiera quedar el consuelo de que estoy en mejores condiciones que muchos otros y el orgullo de que por mi propia mano me he mantenido por años ya, la miseria ajena no me basta para sentirme mejor, muy a pesar del gusto por la crueldad.
The Streets dixit: You left me behind to remind me of you.

Verónica Medina dijo...

hace casi un año que escribiste esta entrada y sin embargo yo recién la leo.
Termino con los ojos humedos, porque por momentos siento que es mi historia la que cuentas.
Un trabajo que lleno mi niñez de ausencias, una muerte que se adelantó en su tiempo y me dejó ese sabor que tiene lo inconcluso....

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Julián: valió la pena el riesgo de desatar la metichez. ¿Has leído a Philippe Brenot? Según sus teorías, una pérdida significativa en la infancia es uno de los detonadores de la creatividad artística.
Vero: creo que tenemos bastante en común. Varias veces he querido perguntarte quién es la persona cercana por la que escribes tu blog. Te dejo mi mail y nos escribimos para charlar. Besos.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Lilith:

Te voy a contar una historia mínima, sobre un acontecimiento cotidiano.

El sábado pasado, a medio día, fuimos mi hija y yo a "tenis"; ella quería seguir jugando pero la clase había terminado.

Luego de ir a comer decidimos que podríamos seguir en lo nuestro en una cancha de basquetbol.

Estuvimos peloteando un rato, y cuando las sombras de los árboles se alargaban ya perezosas, escuché una vocecita que decía: "¡Vamos, vamos..."

Era la primera vez que oía a Galia decirlo: ¡Sí puedo! ¡Sí puedes! ¡Podemos! A pesar de nuestros dolores que ella, alguna vez me explicó con su lucidez de niña de ocho años: "¡Qué saben los abogados que yo te quiero toda la semana!.

La vida es así -dicen en los pueblos-; pareciera una apreciación sencilla, no lo es.

Me gustaría refrendar contigo ese ¡Vamos, vamos..." ¡Tú puedes! El día está lleno luz. Es miércoles y hace calor.

TE QUIERO MUCHÍSIMO LILITH

Ro dijo...

Me gusto mucho tu carta.

Mi historia con mi padre es muy parecida. Negativa al extremo, repleta de confusas peleas, gritos, separaciones.. Un padre que nunca estuvo y que definitivamente perdi.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Hola Courage Cherry. Definitivamente esas historias familiares nos marcan, pero el chiste es aprender a sobreponernos al dolor y aprender de él. Saludos y que 2013 te pinte bien.

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