lunes, 30 de junio de 2008

La belleza es un corsé de acero

El único lugar público que se le concedió a la mujer tradicional fue el de la belleza

Rosa Montero, La arruga es bella


La moda era una forma de tortura legalizada.

Linda Watson, Siglo XX moda


Desde siempre el cuerpo de las mujeres ha sido un país ocupado, un escenario de distintas violencias. En algún lugar leí que los seres humanos somos la única especie que puede tener sexo sin el consentimiento de la hembra, pero no me refiero sólo a eso, sino a la violencia que está latente hacia las mujeres por otra razón: la estética.

"La ropa del hombre siempre se ha diseñado para sugerir dominio físico y/o social", dice Alison Lurie en su libro El lenguaje de la moda. Las prendas que limitan la movilidad de la mujer han existido desde épocas remotas para subrayar su papel pasivo, limitado a la esfera doméstica.

En las sociedades primitivas las mujeres obesas simbolizaban la fertilidad, ya que tenían mayor capacidad para gestar y criar hijos. Pero conforme la civilización se fue refinando, parece que también la tiranía de la moda sobre el cuerpo de las mujeres prosperó.

Las perlas de Afrodita, Herbert Draper. En el Renacimiento el ideal de la mujer fue mucho más voluptuoso.

A mediados del siglo XIX el corsé hizo furor. Su objetivo era reducir la cintura de la mujer para realzar sus pechos y glúteos. Algunas mujeres llegaron, mediante el uso de corsés y corpiños especiales, a lucir cinturas de menos de 35 centímetros.

Mademoiselle Polaire fue una cantante del siglo XIX famosa por su diminuta cintura.

Una editorial de un periódico de 1923 se rebelaba contra esta invención: "El corsé es la más extraordinaria invención de la coquetería femenina, aparato de tortura que marchita la belleza con el pretexto de hacerla valer, implacable destructor de toda gracia natural, horrible tutor que sustituye la rigidez a la admirable flexibilidad de las bellas flores humanas [...] Tampoco se puede decir que sea útil, necesario, como lo afirman aquellos que lo fabrican y venden y lo creen ingenuamente las que lo llevan. Es sólo un agente de destrucción de la belleza y la salud femeninas".

El uso de esta prenda provocaba deformación de órganos internos, atrofia de los músculos abdominales, problemas gástricos, dificultad respiratoria y problemas de columna.

En los años 50 se utilizan fajas y corsés para hacer más prominentes los senos y disimular las caderas. Ya en los 60 las curvas se empezaron a ver en todo el cuerpo, pero con la cintura aún estilizada por fajas. En los 70 se lucían más los glúteos y se agregaron los zapatos en punta que torturaban la espalda de la mujer.
La muñeca, Hans Ballmer


En los 80 los cuerpos estilizados por las pesas y los abdominales eran la moda, los aerobics se hicieron populares y se empezó a promover un cuerpo con menor grasa corporal. Diez años después se suplieron los ejercicios, las fajas, y los corsés por la cirugía plástica. El ideal de belleza se volvió prácticamente impensable sin el bisturí. Sin embargo, entre las mujeres que se han hecho un aumento de busto el índice de suicidios es tres veces más alto que en el resto de la población.


Ahora en pleno siglo XXI la delgadez se está apoderando de las mujeres, es un corsé invisible lo que aprisiona nuestros cuerpos.

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