sábado, 27 de junio de 2009

Dura por fuera, frágil por dentro

Los trastornos de la alimentación vienen con una tremenda inseguridad intrínseca. Tendemos a no sentirnos nunca suficientemente buenas, hermosas o delgadas. A ser demasiado exigentes y magnificar nuestros errores y pasar por alto nuestras virtudes.

Paradójicamente, esta inseguridad a menudo nos hace mostrarnos terriblemente duras o incluso agresivas.

Además, en el caso de las mujeres la belleza suele ser un arma de dos filos: muchas se arreglan para deslumbrar a sus semejantes, más que para sentirse bellas consigo mismas o atraer la atención de los hombres; hay quienes se sienten incómodas ante otras mujeres porque éstas son más bellas.

En la foto estoy con mi hermana en su graduación.

En lo personal, me gusta mirar a las chicas hermosas como si fueran obras de arte. Y cabe aclarar que me parecen tan bellas las gordas de Rubens como Kate Moss.

Sin embargo, como toda persona que ha sufrido un TCA en ocasiones me siento sumamente insegura sobre mi apariencia, lo cual me ha traído no pocos problemas. Uno de los más recientes fue en la graduación de mi hermana (no es mi hermana en realidad, pero como si lo fuera). En cierto momento ella me llamó aparte para decirme que sentía que yo le estaba coqueteando a mi cuñado. La verdad era que yo me sentía terriblemente insegura. Estaba cansada, no conocía a nadie además de ellos dos, llevaba un vestido prestado y me maquillé en el auto. Estaba coqueteando, sí. No directamente con él, ni con ninguna intención, sino sólo porque me sentía un tanto olvidada en la fiesta. Afortunadamente mi hermana y yo tenemos una relación tan honesta que lo hablamos de frente y el asunto quedó zanjado.

El segundo episodio no puedo decir que haya tenido nada en particular que ver conmigo. Fue el cumpleaños de uno de mis mejores amigos. En algún momento su novia me dijo "eres preciosa", seguido por un "sí me daría celos si te veo abrazándolo mucho". Y de ahí siguió un largo y minucioso interrogatorio sobre la relación entre él y yo. Si nos hemos gustado, si alguna vez salimos, por qué nunca anduvimos, si me enamoré de él. Aquí sí conocía a varias personas, no estaba tan especialmente arreglada, pero sí llevaba una blusa ajustada. Traté de comprender a la novia de mi amigo y lo quiero tanto que terminé abrazada con ella, ayudándola a bajar las escaleras para ir al baño en la madrugada cuando ella ya estaba terriblemente borracha.

Acá, con mi amigo. La verdad, sí tuvimos una temporada bastante extraña en nuestra relación. Pero hoy puedo decir que si cuando lo conocí en un autobús destartalado leyendo un libro de Cortázar me hubieran dicho que iba a terminar guiando de la mano a su novia borracha igual recorrería todo el camino.


El mundo actual sobreestima la belleza femenina y si basamos sobre ella nuestra confianza y autoestima corremos el peligro de que, con el paso del tiempo y sus estragos, los cimientos de nuestra identidad se desvanezcan. Basar una vida, una personalidad o un modo de ser en el hecho de ser bella equivale a construir un palacio sobre arenas movedizas.

Por otro lado, nuestra inseguridad también puede hacer que construyamos murallas de altanería o coquetería que más de una vez nos traigan malos entendidos. Supongo que la mejor política para enfrentar estas cosas es la honestidad. Y recordar, una vez más, que la belleza es una cosa de actitud.

martes, 16 de junio de 2009

Anorexia versus sexo (y amor)

Hace tiempo que quiero escribir esta entrada.

Algo que me ha sorprendido leyendo páginas de otras chicas con anorexia es lo mucho que se preocupan por su relación con sus novios o con los muchachos que les gustan. Sin embargo la anorexia se opone radicalmente a una relación, y no sólo porque la anorexia te aísla al crear un muro de mentiras a tu alrededor, o porque sea difícil estar con alguien a quien le mientes todo el tiempo, sino también por cuestiones físicas.

Las imágenes de esta entrada son de una ilustradora canadiense.
Ghosts, Sarah Joncas.

La anorexia disminuye la libido. Lo aprendí de la forma dura cuando tenía unos dieciocho años y de pronto empecé a notar cuando estaba con mi novio que nunca tenía ganas de caricias ni de estar en la cama con él. Ambos empezamos a preocuparnos: él no sabía que pasaba y no quería hacerlo sentir mal. Decidí sincerarme con mi mejor amigo y él me hizo una pregunta directa y certerísima: "¿Estás comiendo bien?". Ante mi "hmmm" él me respondió que si no comía simplemente no podía tener ganas de nada.

Años más tarde, con el chico con el que vivo actualmente, tuve un periodo en el que me era casi imposible llegar al orgasmo. Otra vez el fantasma de la anorexia se cernía sobre mí. Para ambos fue un periodo frustrante porque no sabíamos qué hacer y cada vez nos íbamos distanciando más, enojados uno con el otro y con nosotros mismos.

Además de eso está el hecho de que el ayuno suele provocar mal aliento, dolores de cabeza y cambios bruscos de ánimo que incluyen enojos repentinos y violentos. Todo eso dificulta una relación de pareja y es un obstáculo para tener relaciones sexuales.

These little things, Sarah Joncas.

Está también el asunto de que a veces podemos estar tan preocupadas por cómo nos vemos en la cama que dejemos de disfrutar del sexo. Eso es totalmente un error, porque tanto nerviosismo nos impide disfrutar físicamente, además de que nos puede hacer adoptar posturas o actitudes extrañas que desconcierten a nuestra pareja.

Resumiendo: la anorexia se lleva mucho de quién eres, de tu capacidad para relacionarte con los demás, de amarte y de dejar que te amen.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails