domingo, 14 de diciembre de 2008

La historia de Poncho: Porque la valentía es una locura llena de grandeza


Los árboles tienen una vida secreta que sólo les es dado conocer a los que se trepan a ellos.

...no quiere más que mi muerte. Y yo no quiero más que mi vida.

Reinaldo Arenas, El mundo alucinante


Como algunos saben, soy periodista. Mi oficio y esta página se alimentan de una misma creencia: que nuestras palabras pueden cambiar al mundo. Por eso quiero iniciar esta sección de historias sobre gente que ha sufrido anorexia o bulimia y las ha superado. Porque los trastornos de la alimentación no tienen que ser como el DSM los pinta, ni todos los finales felices son como nos han contado.
Alfonso, Poncho para los de confianza, es un entrañable amigo mío. Lo admiro extraordinariamente por muchas cosas: su inmensa capacidad de trabajo, su tesón, su habilidad para reinventarse, la inmensa aceptación que tiene de sí mismo.
Alfonso es homosexual y, a diferencia de muchas personas que conozco, creo que nunca tuvo dudas serias al respecto. En la secundaria pensó que los niños de su escuela no lo aceptaban por gordito; entonces empezó a jugar basquetbol hasta el agotamiento y a comer cada vez menos. Cuando el pelo comenzó a caérsele, los calambres lo acosaron y la inanición hizo estragos en su cuerpo, Poncho se dio cuenta de que a veces la verdad es mucho más cruda y más compleja de lo que intuimos: el rechazo de que era víctima se debía más a su preferencia sexual que a su complexión. Y Poncho, con esa simpleza para lo complejo que lo caracteriza, simplemente decidió aceptarse.
Yo lo conocí en la universidad, donde terminó de descubrirse como periodista, como escritor, como activista, como hombre. Pese a que ser homosexual en nuestro país es duro aún --somos una sociedad terriblemente machista-- y al rudo ambiente de los medios de comunicación, nunca lo he oído quejarse ni autocompadecerse. Quizá por eso un amigo mutuo lo definió una vez como "fácil de querer, imposible de combatir".
Alfonso me ha animado con su ejemplo a seguir adelante en algunos de los momentos en que más me desilusiona la indiferencia del mundo: hoy conduce un programa de revista cultural en radio, colabora para un par de periódicos y escribe su segunda novela inédita.
El año pasado tuvo un accidente automovilístico terrible que lo obligó a estar en rehabilitación por varios meses. En cuanto lo supe le llamé, y al final fue su fortaleza sin quiebres la que me hizo el día: "Como no creo en dios y sus fueros, yo como Violeta Parra sólo canto gracias a la vida, que me ha dado tanto...", me dijo.

Aunque muchos dicen la anorexia es un padecimiento cada vez más común entre varones homosexuales, Poncho es mucho más un número en la estadística: es un gran hombre, grande en todos los sentidos. Quise hablarles acá de él porque creo que su historia nos da una lección de aceptación, asunto que sí tiene mucho que ver con los trastornos de la alimentación.

Si todos fuéramos capaces de mirarnos con la honestidad y descarado valor con que Alfonso se mira, el mundo sería otro. Y porque creo que puede ser otro (y él también lo cree) les dejo acá un cuento que él escribió para este espacio.

De madrugada

Alfonso Castañeda

Todo está en mi contra, incluso yo. Nada me mantiene conforme y mis quejas son, cada día, más. Voy mal en la escuela. Las tareas se acumulan al paso de los días y siento pesadumbre de sólo revisar mis apuntes. Duermo horas seguidas durante la tarde, por eso en las noches me angustio de no conciliar el sueño, y es precisamente cuando reproduzco ocurrencias, a veces tormentosas. (...)
Pero lo más agobiante, lo que verdaderamente me atemoriza es que en las madrugadas me da por vomitar. Hoy, por la mañana, desayuné un pan que sobró del día anterior. Mamá no vio cuando lo engullí. No me gustan los testigos. A veces prefiero comer a solas, sin sentir las miradas escrutadoras de mi familia, que se plantan ante mí como enemigos. Procuro llevar una sana alimentación. Odio las verduras, pero las como, al igual que la fibra y los sustitutos de azúcar. Lo que ellos comen, sobre todo mis hermanos, está prohibido para mí y llegan a hacerme burla, pues los hombres no deberíamos preocuparnos por esos detalles del buen físico y la buena salud, dice papá. Hay ocasiones en las que me robo un pedazo de carne frita o como varias cucharadas de guisado, todo esto cuando nadie me ve. Mas luego siento que de mi interior nace una voz maligna que me reprocha y no me deja en paz. Por eso vomito.


13 comentarios:

yaaas dijo...

Te he estado leyendo desde hace varios meses y ¡uau! la verdad es que admiro muchísimo como escribís y la facilidad que tenés para expresar algunos sentimientos, que quizás, gente como yo, le pasan pero no tiene la mas mínima idea de cómo decirlos.

Espero que sigas escribiendo, un beso ;)

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Hola dipleGirl, gracias por tus comentarios, sabes que siempre eres bienvenida acá. Aunque acá no lo parezca, de niña y adolescente me costaba muchísimo expresar mis sentimientos. El proceso de escribir me ayudó a identificar lo que sentía y poder expresarlo, aun cuando muchas veces hasta el día de hoy me cuesta mucho decirlo frente a frente... Pero en fin, con el tiempo y el trabajo hay quienes nos hacemos más transparentes. Besos.

Anónimo dijo...

Hola lilith, lei tu post hace unos dias pero no habia teido tiempo de comentar..la verad es q es al primera ves q leo un caso asi, o busno q entiedo como es el rpoceso de esto en un hombre......creo q para un hombre debe ser muy duro sufir algo como lo q yo sufro o lo q tu sufriste algun dia...n o se pero creo q alos hombers se el s hace mas dificil expresar als cosas ai q debio haber sido terrible para el....nena un ebso te kieropro como escribes, me encanta q lo hagas....

un ebsoo

lau

Dhanaev dijo...

Es increible, tu relato, sus palabras. Me duelen todas y cada una de las coincidencias. Me quedo muda con la somnolencia mutua y vacía. Con esa sensación de desangrarse, de vaciarse por completo, casi hasta desaparecer.

Muy dura me ha resultado la lectura, pero es necesaria gente que tenga ese don para explicar cada segundo roto, cada huracán contenido.

Mil besos Lilith, gracias de nuevo por la realidad y la cercanía.

Anónimo dijo...

Hola Lilith, me ha conmovido mucho la historia de Poncho. Yo quiero llegar a ser como él, fuerte, curarme, y no rendirme, llegar a ser una profesional estupenda. La culpa de los TCAs la tiene la sociedad, cada una de las personas que formamos esta sociedad, injusta, heterosexualizada, machista, llena de tópicos.

Somos los que pagamos el precio de de la injusticia del mundo.

Por suere hay personas excepcionales en el mundo.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola Lilith, me ha conmovido mucho la historia de Poncho. Yo quiero llegar a ser como él, fuerte, curarme, y no rendirme, llegar a ser una profesional estupenda. La culpa de los TCAs la tiene la sociedad, cada una de las personas que formamos esta sociedad, injusta, heterosexualizada, machista, llena de tópicos.

Somos los que pagamos el precio de de la injusticia del mundo.

Por suere hay personas excepcionales en el mundo.

Un saludo.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Hola Lau, siempre me tocas el corazón con tus comentarios. En efecto, para un hombre es muy duro sufrir un TCA porque, a lo duro de tenerlo en sí se suman los prejuicios que si son cosas de niñas. Sin embargo, hay muchos hombres (homosexuales y heterosexuales también) que lo sufren. Porque al final no somos tan distintos... también eso quiero hacer ver. Besos.
Dhanaev: esta historia es muy valiosa para mí. La atesoré en mi memoria muchas veces para decirme que, al final, ni la sombra ni la luz tienen que ser como nos dicen. Por eso quise compartírselas. Un abrazo nena.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Yomeniego: Creo que tienes muchas razón: "la culpa de los TCAs la tiene la sociedad, cada una de las personas que formamos esta sociedad, injusta, heterosexualizada, machista, llena de tópicos". Y en efecto, a menudo los más sensibles pagamos el precio más alto, como puede ser mediante un TCA o una adicción.
Y te digo lo que me dije a mí misma muchas veces después de conocer a Poncho: si él pudo, yo también. Y seguro que tú también :D. No hay límites, y si el mundo es una mierda, hay que cambiarlo.

Martiuks dijo...

Lilith:

He venido a agradecer tu visita y comentario en mi blog. Eres bienvenida cuando desees regresar.

Yo anduve por aquí husmeando en tu sitio, y se ve interesante, prometo regresar con mas tiempo a leer tus posts y a comentar.

Saludos y buen inicio de semana.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Saludos Martuchis, siempre eres bienvenida.

Verónica Medina dijo...

te pase mi dirección por mail pero no se si salio bien porque se me colgo internet cuando lo estaba enviando
te los paso de vuelta por las dudas
veromedina22@gmail.com
veromedina_@hotmail.com

bye

Anónimo dijo...

hola nena espero q halla tenido un bonito año nuevo, el mio no estubo tan bn pero bueno no importa ya vendran otros, un abrazo un saludo y gracia spro aconcejarme siemrpe.un besoo
lau

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Lau: Mi año nuevo duro, pero bien. Me alegra que pienses que al menos vienen otros. El futuro siempre puede sorprendernos. Besos y ánimos.

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