No importa el nombre. Nombrar a los demonios no es conjurarlos.
Esto el miedo irracional a que no te quieran, a que la gente note las pequeñas fallas bajo la superficie "perfecta" y te retire su afecto.
Es la tensión sostenida hasta el agotamiento de mantener ese exterior capaz, responsable, exitoso y hasta sonriente. Porque dice la sabiduría popular que los tristes son malas personas y has notado que al final las lágrimas repelen a amigos y extraños por igual.
Es la vocecita te dice constantemente que nunca es suficiente, que te recuerda tus culpas, que te hace dudar de cada elogio, que te echa en cara tus errores.
¿Cómo se llama? ¿Nombrarla hará que se vaya? Algunos dicen que es anorexia. Lo he dicho. Y no se va.
Esta página es el testimonio de mi recuperación de una enfermedad dolorosa, progresiva y mortal: la anorexia. Es también una búsqueda profunda sobre lo que yace bajo todas las mentiras que nos han dicho sobre los TCA, y un intento de cuestionar los estereotipos sobre la belleza y el cuerpo. Su fin es proporcionar elementos para pensar diferente sobre los trastornos de la alimentación.
2 comentarios:
me encantan todas tus entradas me siento identificada con muchas
de ellas me gustaria mucho platicar contigo. algun mail o algo gracs por todas tus publicaciones ke stes bn..
Hola. Puedes contactarme en el correo que aparece en mi perfil: isabelarangovidal@yahoo.com.mx.
Besos y gracias a ti por tu comentario.
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